ULSE se compromete a mejorar el impacto de sus normas incorporando un lenguaje inclusivo para garantizar que el contenido de nuestras normas es representativo de todos los usuarios a los que afectan, y para garantizar que estamos proporcionando un entorno inclusivo para los miles de miembros de los comités técnicos y las partes interesadas que participan en el desarrollo de nuestras normas.
Nuestro objetivo es que todas las normas UL existentes utilicen lenguaje inclusivo para 2030.
¿Qué es el lenguaje inclusivo?
Definimos el lenguaje inclusivo como una forma de hablar y escribir que trata de eliminar palabras y terminología que podrían ser discriminatorias o perpetuar estereotipos en favor de un lenguaje que incorpore la seguridad para todos, independientemente de la demografía, el estatus social, la ubicación u otros factores. Dado el importante papel que desempeña el lenguaje en la conformación de los comportamientos culturales y sociales, el uso de un lenguaje inclusivo en las normas es una forma poderosa de volver a hacer hincapié en que las normas contribuyen a garantizar la seguridad y la sostenibilidad para todos.
¿Por qué cambiar nuestro enfoque?
Reconocimos las oportunidades de tener en cuenta la inclusión y la diversidad en varias facetas del desarrollo de nuestras normas, como la inclusión de género. En lo que respecta al lenguaje inclusivo, la terminología utilizada históricamente en las normas reflejaba el diálogo habitual en nuestra cultura. Sin embargo, muchos de estos términos comunes se están reconsiderando por no ser inclusivos (por ejemplo, el uso de la palabra "él" para referirse a una persona) y/o por estar arraigados en cosas que resultan ofensivas (por ejemplo, el uso de las palabras "amo" y "esclavo" en relación con las funciones de control y respuesta).
Al incorporar el lenguaje inclusivo en toda la cartera de normas, estamos adoptando un enfoque más holístico de nuestro compromiso con la diversidad en nuestro proceso de desarrollo de normas. Consideramos que la diversidad de perspectivas, orígenes, geografía y otras facetas es esencial para avanzar en las capacidades de seguridad de nuestras normas, garantizando que sigan siendo relevantes e impactantes y que tengan un rigor técnico óptimo.
Además, el lenguaje inclusivo tiene el potencial de proporcionar una mayor precisión al utilizar términos que reflejan la diversidad social y que pueden traducirse más fácilmente a otras lenguas.
¿Cómo estamos aplicando el cambio?
El proceso cuenta con la participación y el apoyo de una multitud de grupos de interesados internos y externos con implicación directa e indirecta o que se ven afectados por nuestras normas y el proceso de desarrollo.
Hemos elaborado una lista de términos inclusivos para compararla con nuestro catálogo de normas publicadas. Esta lista hace referencia a documentos existentes de orientación sobre terminología inclusiva de líderes del sector, ampliados con aportaciones de participantes internos que aportan ejemplos adicionales de nuestras normas de terminología no inclusiva. Con nuestra lista inicial de términos, identificamos más de 650 documentos ULSE (51% de la cartera) que contenían terminología potencialmente no inclusiva.
Nuestros próximos pasos son determinar la aplicabilidad de cada término en su uso actual y determinar si es necesario un cambio. A medida que avancemos en nuestro trabajo, compartiremos públicamente los cambios que introduzcamos en la terminología de cualquier norma, así como el progreso general hacia nuestro objetivo. Las actualizaciones se publicarán periódicamente en ULSE.org a medida que avance este trabajo. Visítenos de nuevo o siga nuestros canales en las redes sociales (LinkedIn y X) para saber cuándo se publican las actualizaciones y seguir nuestros otros trabajos.
Reconocemos que se trata de un proceso iterativo debido a que la terminología puede cambiar con el tiempo, por lo que nuestro trabajo seguirá siendo flexible. Anticipamos que se producirán cambios y adaptaciones, y los incorporaremos a lo largo de nuestro camino hacia la consecución de nuestro mandato para 2030 y más allá, a medida que sigamos evaluando la inclusividad en nuestras normas.
